Amor y Servicio



La riqueza de Dios proclama y guarda en el corazón el significado de amar y servir.



Hace algunos años y luego de muchas cuestiones que hice a mi propia vida, me llevó a la conclusión de que las vocaciones más grandes son el AMOR y el SERVICIO.

Por definición el servicio es una acción que se realiza para satisfacer las necesidades de otros. Eso está bien, pero para lograr que el servicio sea genuino, trascendental, este debe nacer del corazón humilde, de la conciencia del amor. Hemos venido a este plano a servir, no a servirnos.

Debemos tomar como ejemplo y profundizar en la vida de hombres y mujeres, llamémosle santos o místicos, que dejaron todo por amor, por seguir su máximo anhelo, Jesús. Esto implica tener la convicción de que Él murió y resucitó por nosotros para salvarnos del pecado. Una forma de amor tan extrema que muy pocos entienden. Dios nos invita ir tras él, por tanto nuestra vida familiar y personal se iluminan en la fe.

Para tomar conciencia debemos plantearnos las siguientes preguntas ¿cuánto amo a mi prójimo?, ¿cuánto perdón hay en mi corazón? Para encontrar respuestas la meditación es una buena forma de aclarar nuestra mente y fortalecer nuestro espíritu, elevándonos al amor, al perdón.

Amar, servir, seguir.

Es cierto que el amor es un sentimiento que debe demostrarse de la forma más pura, cargada de emociones y creatividad, pero como tal el fuego baja y los sentimientos cambian de la noche a la mañana, el enamoramiento como lo conocemos desaparece y luego viene la interrogante ¿con qué nos quedamos?

Más que un sentimiento el amor es una decisión, esta es la clave. Para que el amor prevalezca debemos tener el compromiso de amar y respetar a nuestra pareja, todo basado en la admiración, paciencia, orgullo, comprensión, etcétera. Porque cuando nos la jugamos por una decisión esta imprime el compromiso de crear un lazo de lealtad con nuestra pareja ante cualquier circunstancia.
  
Algo tan importante es que el amor y el compromiso que tenemos hacia nuestro compañero es el reflejo del amor que le tenemos a Dios.

Si no analizamos ni cuestionamos nuestra vida nada tendrá sentido porque siempre viviremos negándonos a diferentes realidades. El seguir e ir detrás de lo que queremos requiere servicio y la decisión de amar. Tenemos que nutrir nuestra memoria con las cosas que Dios hace cada día de nuestras vidas.

Debemos mirar nuestro corazón.



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